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Conversando con Ignacio Funes. Premio Investiga. XIV Premios SusChem

16/12/2022

Para un investigador joven, ¿Qué significa la concesión de este premio?

La concesión del premio SusChem-Investiga supone un impulso a mi carrera científica. Hoy en día, en la posición en la que me encuentro (4-5 años después de defender mi tesis doctoral), la obtención de premios prestigiosos supone un empujón grande hacia la mejora de mi competitividad en contratos de investigación del tipo Ramón y Cajal y la aplicación a financiación nacional y europea (como las 'ERC Starting Grants'). Esto hace que, más allá del premio en sí, la repercusión de este premio en el apoyo a mi carrera científica sea extraordinaria, además de regenerar las ganas y la ambición por investigar en temas cada vez más complicados.

¿En qué consiste la investigación del trabajo por el que ha sido premiado?

El trabajo premiado supone una nueva visión y metodología a la hora de buscar nuevos catalizadores y de resolver un problema permanente en la química como lo es la especiación en disolución. Con una serie de modelos de aprendizaje automático no supervisado, hemos sido capaces de diseñar nuevos experimentos utilizando datos puramente computacionales, y de comprobar como nuestras predicciones tenían una precisión abrumadora. Hasta la fecha, en los últimos 30-40 años, se habían descubierto 4 catalizadores de Pd(I) en forma de dímero. En nuestro trabajo, y en menos de un año, añadimos 8 nuevos a la química. Más allá de la aplicación concreta, este trabajo nos da una metodología para acelerar los descubrimientos químicos (o de otras ciencias), cuando los datos experimentales son escasos. Es por ello que acabó publicado en la revista Science.

¿Qué hizo que te dedicaras al mundo de la investigación una vez terminaste la carrera?

En mi caso, la vocación investigadora me nació cuando me presenté a la olimpiada de química en 2º de bachillerato. Siempre he sido muy curioso, y al final la investigación consiste en encontrar respuestas a preguntas que no la tienen. Después, en tercero de carrera recibí mi primera beca de iniciación a la investigación, en el grupo donde trabajo ahora, y a partir de ahí lo tuve clarísimo. Además, tuve la oportunidad de realizar una estancia de tres meses en verano entre 3º y 4º de carrera en el Instituto Catalán de Investigación Química en Tarragona, un centro de referencia a nivel europeo. Allí, mi mentor el profesor Feliu Maseras me ofreció quedarme en su grupo con buena financiación tanto para realizar el máster como el doctorado, y ya fue todo sobre ruedas.

¿Qué relevancia otorga al entendimiento y cooperación entre el mundo científico y académico y el mundo empresarial?

Por suerte, y desde mi propia experiencia, la colaboración Academia-Empresa supone un impulso a la ciencia combinando dos mundos complementarios, donde unos objetivos concretos y una financiación empresarial, combinado con una forma de pensar académica, puede dar sus frutos de forma muy productiva. En mi caso concreto, he tenido la oportunidad de colaborar con la empresa BASF, con la que tengo una patente, y fue una experiencia muy enriquecedora.

¿Qué te hizo elegir España, La Rioja concretamente, como lugar al que venir a continuar tu labor investigadora?

Una suma de factores. Por un lado, no podemos descuidar el tema personal, mucha veces olvidado en la carrera científica, debido a las muchas idas y venidas de la carrera, donde nos vemos obligados de visitar el extranjero al menos 24 meses para poder acceder a determinados contratos. Yo soy de Tudela (Navarra) y mi mujer es de y trabaja en Logroño, por lo que tenía claro que quería volver. Por otro lado, la Universidad de La Rioja es el lugar donde me crié como investigador y estudiante, allá por 2009, y tras muchas vueltas, siempre tuve claro que quería contribuir a tener una investigación de calidad en la universidad que me enseñó tanto. El entorno en el departamento es inmejorable y cuento con numerosos amigos entre el profesorado. Además, el grupo en el que me he incorporado (GRUFOR) es el mismo donde realicé mis primeras investigaciones y me llena de ilusión poder contribuir en mi nuevo rol con más responsabilidad.

En esta línea, ¿Cómo sitúas a actividad científica española en el mundo?

Tengo opiniones divididas. El ambiente de trabajo y la calidad investigadora, sobre todo a nivel humano, es excepcional. Hay un ambiente colaborativo y la vocación que demuestran mis compañeros/as es increíble para las condiciones que tenemos. El gran punto a mejorar es la falta de recursos y por encima de eso, los planes de investigación a más largo plazo. Las investigaciones revolucionarias no se llevan a cabo en 1 o 2 años, y requieren de financiación estable a largo plazo. Aquí, la financiación de los proyectos nacionales es de 3 años y con una cuantía muy baja, lo que limita la exploración de terrenos más novedosos y complicados. Además, los jóvenes en mi situación, que no somos permanentes todavía, tenemos una gran dificultad para presentarnos a las convocatorias estatales, lo que limita, y mucho, nuestro desarrollo profesional.

A medio-largo plazo, ¿cuáles son tus aspiraciones en el ámbito de la investigación?

Mi objetivo es seguir en la misma línea que hasta ahora, pero ya de una forma mucho más independiente. En los últimos dos años ya he adquirido muchas responsabilidades en cuanto a dirección de doctorandos y de proyectos, por lo que quiero seguir trabajando por desarrollar mis propias ideas. En cuanto a temas concretos, mis ejes son, y seguirán siendo, la fotocatálisis, la búsqueda de nuevos compuestos fotoprotectores y la investigación en fuentes y mecanismos de obtención de energía sostenible. Los tres ejes tienen relación con el uso de luz en química y suponen retos muy importantes que debemos abordar para luchar contra el cambio climático.

Ahora estás en La Rioja, pero ¿Dónde te ves dentro de 10 años?

Espero que en el mismo sitio, con una plaza permanente, y financiación estable. La idea de desarrollarme como persona, más allá de la vida científica, tener una estabilidad y una familia, siempre ha sido algo primordial en mi vida, aunque muchas veces parezca una utopía en el ámbito académico. Por ello, ¡espero seguir contribuyendo a la investigación en La Rioja en los próximos 10 años, 20 o los que hagan falta!